lunes, 9 de enero de 2012

DUROS SETENTA PARA LA LUCHA FEMINISTA



La transición a la democracia española ha sido un fenómeno exhaustivamente analizado, una de las transiciones más estudiadas ya que, por su parte, finalizó con “éxito”. No obstante, dentro de ese potencial desglose de sus complicados años, la atención prestada al movimiento de mujeres en lucha es ínfima, por no decir nula, quedando silenciado así uno más de los factores que ayuda a comprender el transcurso del fenómeno, sus avenencias y disconformidades y, en definitiva, porqué fue así y no de otro modo. El debate que suscita el devenir de este silenciamiento gira entorno al hecho de si deberíamos considerar al movimiento feminista español como una pieza más del puzzle del relato de aquellos años, o si, por otra parte, esas reivindicaciones, hambrientas de modernidad, podrían contribuir a un cambio de perspectiva a la hora de interpretar nuestra historia más reciente.
Sin lugar a dudas, aunque laxo y fragmentario, el movimiento feminista de los setenta había formulado ya algunos objetivos básicos, que fueron definidos entre la primera coordinación clandestina en 1975 en Madrid, considerada como acto fundacional, y la Plataforma de Organizaciones Feministas en 1978[1]. Entre estos objetivos de urgencia se encontraban demandas en torno a los derechos individuales, a los anticonceptivos, al divorcio, al aborto, a la coeducación, a la autonomía económica… objetivos que, muy claramente, pedían a gritos una necesaria escisión entre Iglesia y Estado. El ideario sobre la moral, la familia y el matrimonio inculcado por la tradicional iglesia católica, a parte de subyugar a la mujer, la relegaba al ámbito doméstico en detrimento del laboral, despilfarrando así a la mitad de mentes pensantes del país y coartando la modernización y el debido desarrollo de una economía completamente estancada por el letargo de la autarquía. Durante casi cuarenta años asistimos a la anulación de cualquier intento de renovación, condenando al país a un aislamiento cultural. Si en otros países el movimiento feminista iba tomando voz y consolidándose, en nuestro caso, la urgencia por reestablecer el sistema a una democracia prevalecía por encima de cualquier otra lucha, considerando que el feminismo podía esperar a que se diera un momento más propicio. Pese a ello, las incipientes reivindicaciones gestaban, en el fondo, algunas soluciones. Definitivamente, éramos necesarias, por lo que es necesario también conocer el grado de valía de nuestra aportación.
En los intentos de recuperar y visualizar la importancia de esta ausencia no únicamente estamos ampliando y recuperando figuras protagonistas para añadir nuevo material, sino que la relectura de la historia en clave feminista ayuda a repensarla en su conjunto. Recuperando acertadamente unas palabras de Boix, no sólo se ensancha la historia sino que se transforma, alterando no sólo nuestra visión de lo que ocurrió, sino también el significado de los acontecimientos[2].
Redundantemente cabe señalar que si de forma genérica nos movemos entre una escasez de estudios sobre el feminismo en España, el abanico se reduce si, encima, lo acotamos a feminismo artístico. Sin un discurso teórico firme no podíamos esperar una producción artística firme, pero no por ello inexistente. La compleja situación del país limitaba la posibilidad de producción en un sistema doblemente colapsado, por un lado por la presión patriarcal y por otro por la represión de la dictadura que vedaba el espacio de la libre expresión. El resultado fue una maraña dispersa de registros y tendencias. Aún así, existente y necesaria para la comprensión del período, esta maraña que resta prácticamente sin estudiar, debe ser revalorizada, y las obras, convertidas en este caso en documentos históricos, son material fundamental para una reconstrucción más verídica de los hechos.


[1] MARTÍNEZ TEN, C./GUTIÉRREZ LÓPEZ, P./GONZÁLEZ RUIZ, P.: El movimiento feminista en España en los 70. Ed. Cátedra. Madrid, 2009, p. 12
[2] BOIX, M.: “La historia de las mujeres, todavía una asignatura pendiente” en El periódico Feminista en Red, 3 de julio de 2005,