lunes, 19 de diciembre de 2011

Para todos y por todos.

La caballería roja. La casa encendida.
Del 7 de octubre de 2011 al 15 de enero de 2012




La caballería roja que avanza en tropel y que se extiende desde su primera marcha en la Guerra Civil rusa, hasta su intervención en la Segunda Guerra Mundial, pasa por encima del visitante al ritmo de La Internacional, ofreciendo las estrategias de construcción del régimen soviético que encuentra en las artes su mejor arma de propaganda política. Todo al servicio del régimen; ese es el mensaje, desde los primeros años de ilusión y frescura, hasta los turbios reductos del represivo estalinismo. La muestra evidencia la extrema relación de dependencia existente entre manifestación artística y política, fenómenos que sobrevivieron uno gracias al otro: la vanguardia rusa no hubiera llegado a su cénit de no haber sido por el compromiso político –voluntario o forzado-, mientras que el propio régimen no hubiera sido posible sin el estandarte propagandístico de las artes. Así pues, este binomio indisociable acompaña al espectador a lo largo de todo el recorrido, en un orden cronológico que va desde ilustraciones centrales de los primeros años de cambio, pasando por la revolución visual de la década de los años veinte en respuesta a los ideales bolcheviques, un espacio dedicado al realismo socialista, para llegar a la relación de literarios con la figura del liderazgo de Stalin.
Las ilusiones frente a una nueva Rusia, libre, prometedora y próspera, tras duros años de represión zarista, embarcaron a numerosos artistas a implicarse en la difusión del nuevo ideario, inspirados por ideas revolucionarias que alimentaban las mentes de artistas como Rodchenko, Malevich o Einsenstein. El desarrollo del régimen y los inevitables abusos acabaron por convertir a los productores artísticos en títeres panfletarios, pero aun así dejando en herencia una de las mayores revoluciones experimentales del siglo XX. Tanto el fenómeno del montaje en el campo cinematográfico, como la revolución teatral en los escenarios, como las innovaciones en el arte sonoro, por citar algunos ejemplos, sitúan a Rusia a la cabeza de la experimentación, y a esta muestra en una completa degustación de las incipientes novedades. Es para disfrutarla con los cinco sentidos, pensé una vez recorrida. La gran variedad de soportes y lenguajes que van desde el hilo sonoro que te envuelve a lo largo de la visita, el lenguaje directo del cartelismo, el cine-puño, el vestuario, la pintura… hasta llegar a la instalación, introducen al espectador en la ideología de tal forma que, sabedor o no del transcurso de la historia, adquiere a lo largo del recorrido un bagaje suficiente para comprender y apreciar por completo la muestra. Este hecho se respalda además, por el enfoque didáctico que tiende a utilizar a menudo La casa encendida, donde gracias a sus minuciosas explicaciones, sus tarjetones explicativos de obras clave y su material didáctico al final del recorrido, convierte a la exposición en una oportunidad democrática de disfrute, donde tanto eruditos como indoctos en el tema, tienen la ocasión de disfrutar de una verdadera experiencia estética, de un arte para la vida.

1 comentario:

  1. Quizás sea una de las mejores exposiciones que he visto en mucho tiempo: completísima e interesantísima, los no estudiantes de arte podemos hacer un recorrido total por la producción soviética revolucionaria hasta el estancamiento y perversión stalinista. Me encantó todo lo relacionado con el cine. No se hace nada pesada, es fácil de ver y muy atrayente, quizás por el interés didacta de la institución, que algunas veces queda más diluído o ni aparece. Fenomenal muestra del año ruso/español!

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