En consonancia con la búsqueda,
reivindicación y exaltación de un cuerpo propio y autónomo encontramos la
performance El beso está muy cerca de la
herida de 1990, realizada en el Círculo de Bellas artes de Madrid en el
Festival de Poesía-Acción organizado por Juan Hidalgo. En este caso, Graciela
sale a escena con una barra de labios. Se pinta de rojo sangre y poco a poco va
desnudándose el torso para sacarse un pecho. Lo besa, dejando una huella sobre
su propio corazón. Tras ello, observa a quien está allí, frente a sus ojos,
mostrando las heridas del pecho. Esta acción se realizó tras una operación que
sufrió y marcó a la artista, desarrollando un vínculo especial con esta parte
íntima. No es un pecho artificial, no reta a la manera de Orlan a la identidad vulnerable,
no es el caso de las posibilidades de transformación a la carta, sino que
invita a la aceptación, a una estima personal, a la tolerancia a la herida y la
normalización de ésta; a un amor propio en contra del bombardeo mediático que
inyecta en vena que el valor de una mujer se mide en relación a la forma y al
tamaño de sus pechos.
En la línea de esta performance y como crítica a los
cánones establecidos que estigmatizan el tamaño de ciertas zonas del cuerpo
femenino y la presión que esto ejerce sobre la mujer, encontramos los trabajos
de Marta Rosler, Carmen Sigler o Regina Galindo. Rosler en Estadísticas vitales de un ciudadano,
fácilmente obtenidas (1977), deja que dos hombres
de bata blanca midan su cuerpo, apuntando los resultados de la medición en un
tablero. Estas medidas se comparan con otras consideradas “estándar” reflexionando
acerca de las maneras en que internalizan las mujeres los juicios normativos de
la cultura patriarcal. Sigler, en un video de nombre Des-medidas (1998), muestra a catorce mujeres de variada apariencia
que miden sus cuerpos y comparan los resultados obtenidos con el canónico
90-60-90. Galindo, en Recorte por la
línea (2005), realiza una performance con la colaboración de un prestigioso
cirujano plástico de Venezuela, quien marcó sobre su cuerpo todas las áreas que
deberían ser intervenidas para llegar a tener el cuerpo perfecto, según los
códigos estéticos manejados por nuestra sociedad[1].
Por supuesto, en esta línea, no podemos olvidar el famoso Íntimo y Personal (1977) de Ferrer, donde se evidencia la medición
absurda del cuerpo. Todas tratan de mostrar la desolación frente a una cultura
de la imagen donde la mujer, -y también el hombre aunque en menor medida-, se
siente intimidada ante un canon de belleza al que enfrentarse. Graciela no
manifiesta indignación sino que transmite un mensaje de indiferencia ante ese
canon y de apología a la autoestima: me beso, me quiero, me acepto.
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[1] José Galindo,
Regina. “Recorte por la línea”. Disponible en
http://www.reginajosegalindo.com/es/index.htm, última consulta,
2/04/2012
[2] Citado por Cobo,
María. “Heroínas o víctimas. Mujeres que conviven con el cáncer” en Fotomanías 2011. Heroínas o Víctimas. Diputación
de Málaga, Delegación de Cultura, 2011, p. 15.
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