El
19 de noviembre de 1987 y derivando del taller de “Arte Actual” de Juan Hidalgo
Graciela realizó la acción Música
celestial, haciendo bandera de la posesión de su propio cuerpo y
evidenciando un disfrute propio en actitud autosuficiente. La artista, en este
caso, hizo partícipe al público, de forma alegórica y exquisitamente poética,
de un acto masturbatorio. Apareció vestida de negro, con guantes, cinturón y
zapatos rojos. A medida que iba caminando iba metiéndose las manos en el
interior de los pantalones por la parte del sexo, y, a su paso, dejaba caer
montones de cascabeles, que desde el inferior del vientre recorrían la largura
de sus piernas, acompañando con su hermoso sonido el recital de los siguientes
versos:
Selecciono el
entusiasmo,
planteo una variante y
me desnudo
Me recuesto, toco.
Voy con la mano al
sexo.
Los dedos a la
profundidad
de un agua suave y
caliente.
Estoy dentro. Soy mis
caracoles.
De dentro, donde nadie
vive.
La sexualidad de la mujer, ligada durante mucho tiempo a
la finalidad meramente procreativa y de satisfacción al varón resta completamente
superada; la liberación femenina deriva también en una liberación sexual, tal
como recoge Ane Koedt en su texto “The myth of vaginal orgasm”[1],
y es que la masturbación ¿qué es, sino, más que un alegato a la reivindicación
de la autonomía? Asistimos, pues, a la resignificación del propio cuerpo como
espacio de placer únicamente para ese otro masculino, en aras de un placer
propio y autoconseguido. “La masturbación es nuestra vida sexual primaria. Es
nuestra base sexual. Cualquier cosa que hagamos más allá es simplemente elegir
socializar nuestra vida sexual”, predicaba Betty Dodson[2].
Multitud de artistas desde los años setenta, más allá de la línea del feminismo
esencialista, trabajaron explicitando sin tabúes su propio sexo, haciendo
bandera de éste como un territorio político. Carolee Scheemann en Interior Scroll (1975), la performance Post-Porn Modernist Show (1992) de Anne Sprinkle o el corto Multiple Orgasm (1976) de Bárbara Hammer
serían algunos ejemplos. Sin ser tan explícita, Graciela opta por una fórmula
poética para aludir a la masturbación femenina, lejos de ser esta performance
un caso aislado en su imaginario, ya que entre sus poemas vuelve a recurrir al
acto en diversas ocasiones como ocurre, por ejemplo, en Historia de la fragilidad[3]:
TIRAS DE MÍ DESDE EL
CENTRO
mi movimiento te sigue
Soy dúctil en tus manos
sagrada forma
mía… Tiras de mí
desde el centro
mi movimiento te sigue
Soy dúctil en tus manos
sagrada forma
mía... Tiras de mí
desde el centro
mi movimiento te sigue
Soy dúctil en tus manos
sagrada forma
mía…
[1]
Koedt, Ane. “The myth of vaginal orgasm” en Radical
Feminism: A Documentary reader. Ed. Barbara A. Crow, Boston, 1970.
[2]
Dodson, Betty. “Liberating Masturbattion: a Meditation on Self Love” Citado por
Laquear, Thomas en Sexo Solitario. Una historia cultura de la masturbación. Ed. Fondo
de cultura, 2007, p. 93.
[3] Baquero, Graciela. Historia de la fragilidad. Ed. Mundos
Posibles, Madrid, 2011, p. 65
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